30 aniversario de “La noche de los lápices”: baldosas por la memoria

Por Mariano Cervini
Se cumplió otro aniversario del secuestro y asesinato de estudiantes de secundaria ocurridos la noche del 16 de septiembre de 1976, uno de los tantos actos genocidas cometidos por la última dictadura cívico-militar. ETER estuvo presente en el establecimiento que alberga a las Escuelas Normal 7, la Escuela de Comercio Nº 8 Patricias Argentinas y la Escuela Comercial Nº 25 Santiago de Liniers, que homenajearon a sus alumnos desaparecidos. Memoria, verdad y justicia para que los lápices sigan escribiendo.

Es viernes a la noche y los acordes de Lucy in the Sky with Diamonds retumban en el piano de cola antiguo del gimnasio del Normal 7. “La Revolución de la Alergia”, una banda de rock formada por estudiantes del colegio, ensaya el tema de Los Beatles mientras los doscientos pupitres se van llenando de gente de todas las edades.

Llegan padres, maestros, estudiantes y ex-alumnos. El ambiente se va poblando de voces que se abrazan y sonrisas que se reconocen entre el público. Las cartulinas pegadas en las paredes recuerdan las caras de los seis estudiantes de la escuela que fueron desaparecidos por la última dictadura cívico-militar: Liliana Aimetta, Dora Falco, Silvia Gallina, Teresa Israel, María Delia Leiva y Mónica Teszkiewicz. A treinta años de la Noche de los Lápices, sus familiares y compañeros convocaron a un acto en el que se inauguran dos baldosas con sus nombres, que serán colocadas en la puerta del colegio.

A paso firme se llena el salón. Esos pasos que luego pisarán las baldosas de los estudiantes que soñaron con un futuro mejor. La primera en tomar el micrófono es la actriz Vita Escardó, que participó de la película La Noche de los Lápices, dirigida por Héctor Olivera. “Los chicos no desaparecieron por pedir el boleto estudiantil, sino porque eran militantes de base”, dice y los primeros aplausos se dejan oír. A los familiares se los puede reconocer porque llevan colgados carteles con las caras de sus desaparecidos. Algunos se van acercando a una mesa ubicada al costado del escenario principal donde alumnos y maestros van armando las baldosas. Todos se unen en una tarea manual de ir colocando letra por letra los nombres y las fechas que los genocidas intentaron borrar.

“Si pasaron 30 años y estamos acá, es porque no pudieron borrarnos. Como dice la canción, todo está guardado en la memoria”, dice Graciela Rosenblum, presidenta de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, organismo que luchó contra el terrorismo de estado. Esa huella que no pudo borrar el horror de la dictadura y hoy recuerda a los que pelearon por un mundo más justo.

Así lo ve Antonella Bianco, docente de las tres escuelas: “no hay que conformarse con el mundo que tenemos; así lo vivieron los 30.000 desaparecidos y estas baldosas los recuerdan para que nosotros tengamos bien presente su legado” y agrega la importancia de la escuela pública como la encargada de construir memoria.

Por el micrófono van pasando testimonios de compañeros, amigos y familiares de los seis estudiantes desaparecidos.

“Mónica tenía 21 años y trabajaba en un supermercado; era soñadora y generosa Soñaba con enamorarse”, dice con voz quebrada la hermana de Mónica Teszkiewicz, y agrega: “necesitamos de los jóvenes para continuar la tarea para que los genocidas civiles y militares estén presos en cárceles comunes”. Su testimonio hace poner de pie a los presentes que la aplauden al grito de : 30.000 compañeros desaparecidos, presentes, ahora y siempre.

Teresa Israel tenía 24 años y era abogada de presos políticos. Antes de ser secuestrada por un grupo de tareas se había recibido de maestra en el Normal 7. Treinta años después, Mirtha Israel sostiene una cartulina con la sonrisa de su hermana que reclama justicia. “Teresa nos enseñó que nadie se salva solo. La salida siempre es colectiva y solidaria como era ella”. Esa solidaridad común a todos los estudiantes que pelearon por sus ideales se hace presente esta noche en todas las manos que colaboraron para dejar las baldosas terminadas.

Dicen que para seguir de pie hay que tener buen piso. Qué mejor entonces que pisar esas baldosas con los nombres de los que quisieron un mundo mejor, una patria más justa.

@marianocervini