“No queda otra: para escribir bien hay que leer muchísimo”

Por Mariano Cervini
¡Empezó la Semana del Libro en ETER! Para festejarlo vino la periodista y escritora Mariana Enriquez. Diferencias entre la escritura periodística y ficcional, el terror como género, cine y series fueron algunos de los temas que los alumnos disfrutaron en la charla con una de las voces más reconocidas de la nueva narrativa argentina.

No hay nada más positivo que un lunes soleado de septiembre. Renueva las energías y la semana empieza con más ganas. Ese clima contagia a los estudiantes y profesores en la sala
Voces que está repleta. Algunos se quedan parados en la puerta, otros traen sillas de aulas vecinas y se acomodan como pueden al bullicio primaveral. Es la Semana del Libro en ETER y todos esperan a una de las invitadas de lujo: la escritora y periodista Mariana Enríquez. La autora de “Las Cosas que Perdimos en el Fuego” no se hace esperar: llega temprano en medio de aplausos y empieza la charla con los presentes.

Empezaste escribiendo cuentos de terror. ¿Cómo fue esa experiencia?

El cuento de terror es bastante técnico. Tiene materiales muy específicos como un cierre o remate, que yo suelo no usar, y también varios estereotipos: la casa embrujada, el monstruo, la oscuridad. A mí no me gusta trabajar el terror con ese tipo de material. No me gusta escribir ese tipo de cuentos de terror, prefiero hacer una mezcla con el género realista y escribir terror a partir del realismo. Un problema con el que me enfrenté cuando empecé a escribir cuentos de terror, fue que no había muchos escritores rioplatenses que escribieran sobre el género. Tenés El Almohadón de Plumas, de Horacio Quiroga, pero está escrito de manera clásica, es muy gótico, muy europeo. El Informe Sobre Ciegos de Ernesto Sábato se acerca más al terror mezclado con realismo; después algún cuento de Cortázar, pero no mucho más. Lo que yo buscaba hacer eran cuentos de terror con historias propias de acá, que hablen de temas que todos conozcan. Por ejemplo, el caso de Stephen King con Carrie, que es una novela de terror pero que habla del bullying escolar y el fanatismo religioso. Toca temas reales. Cuando Stephen King escribió ese libro no existían las masacres en colegios. No quiero decir con esto que él las haya generado, sino que tuvo la visión de anunciar un problema que él veía a diario. Lo que yo hice fue experimentar con dos géneros: la crónica y el realismo.

¿Por qué la crónica?

Mirá, yo siempre recomiendo a los que empiezan a escribir que lo hagan por lo que les gusta. A mí me gusta el realismo. Me gustan escritores como Henry James, Hemmingway, Rulfo, Donoso y también cronistas como Kapuscinski. Lo que hice fue ir mezclando géneros que me gustaba leer. Me interesa el horror llevado al límite y el realismo.También autores del realismo sucio, como Fante, Breast Easton Ellis. Lo que te gusta leer es lo que terminás escribiendo bien.

¿Cómo lográs que algo de miedo?

Para que algo te de miedo te lo tenés que creer mucho. Para mí, el elemento de verosimilitud en la literatura es importantísimo. Los cuentos que yo escribo no me dan miedo a mí, pero necesito el elemento de verosimilitud para lograr el efecto de miedo en el otro. Ese elemento me lo da el realismo que tampoco es la realidad, sino un efecto de realidad. En un cuento de terror lo que hacés es irrumpir con lo sobrenatural en algo que conocés.

¿Cómo manejás la exposición en lo que escribís?

Yo me siento más expuesta en la ficción que en la vida real. En la ficción salen mis pensamientos más íntimos. Por otro lado, el sentirme expuesta es algo que tiene que ver con lo literario. La literatura, la buena literatura, juega necesariamente con exponer tu intimidad. Las experiencias del escritor arman un ecosistema junto a sus lecturas que luego, a la hora de escribir, irá volcando como pueda. Lo que uno hace con su propia experiencia es algo más misterioso. Ponele, en mi caso, me gustaba Stephen King de chica, lo macabro, los cementerios y no puedo explicar mucho por qué. Mi sensibilidad iba por ese lado.

¿Los personajes y experiencias de tu primera novela Bajar es lo Peor, salieron de la vida real?


Las experiencias de drogas y noche, sí. Los personajes fueron una mezcla de Keanu Reeves e Iggy Pop (risas); la chica que los seguía a todos lados podría decirse que era mi alter ego. En ese momento yo era muy chica, tenía 21 años y vivía en La Plata. Me parecía muy aburrido vivir en un lugar así; entonces situé la acción de la novela en Buenos Aires, en la Capital. Tenía una fascinación enorme por Buenos Aires, caminaba mucho cuando venía los fines de semana.

¿Volvés a leer las primeras cosas que escribiste?


No; y no tanto por autocrítica. Lo que pasa es que cuando termino algo me obsesiono con otra cosa. Vuelvo a los textos cuando tengo que hacer una lectura en público, de otra forma no.

¿Existe un momento ideal para escribir?

No existe el momento ideal. Por lo general tiene que ver con las condiciones materiales de cada uno. En mi caso trabajo de editora y me queda la mañana para escribir. No necesito demasiada tranquilidad porque trabajo de periodista, pero sí un espacio propio. También hay momentos de inspiración; está bueno andar con un anotador, aunque no siempre sirve. Es como cuando soñás algo: a veces alguna idea de un sueño te sirve, pero en el 90 por ciento de los casos, no. Yo me siento a escribir y siempre trato de sacar algo. También tiro mucho. Para mi lo que hay que buscar es el momento, no el ideal, sino forzar algún momento para hacerlo y punto. Es una cuestión de trabajo y disciplina.

Hablando de realidad y realismo, ¿Qué cosas te obsesionan de la realidad?

Principalmente la violencia y la indiferencia. Convivir con la desigualdad en la ciudad y que eso se nos haga natural. Muchos de nosotros lo naturalizamos porque decimos : “es así, no lo podemos cambiar”; esa maldad casi inherente al ser humano me obsesiona. Para mí una película de terror es una película de guerra, que muestra las atrocidades de los seres humanos. Cuando pasó lo de Ezequiel Demonty, el chico de 14 años asesinado por policías de la Federal en 2002, encontraba en la crueldad de esos canas algo de lo sobrenatural, lo sacrifical. Esa desproporción desde la venganza parece un crimen ritual, de esos que habla Lovecraft.

¿Cuál es la diferencia entre terror y horror?

El terror refiere más a lo sobrenatural y es algo que produce un efecto inmediato. El horror es algo mucho más profundo; tiene que ver con la crueldad, la violencia… esos fondos oscuros de lo humano. El terror es más como un efecto. El horror no es tan de impacto, es un proceso mucho más lento. Igualmente creo que es una diferencia muy fina; es como hablar de un género literario y nombrar , por ejemplo, el Policial y el Policial Negro.

¿Te gusta el cine de terror actual? ¿Sos de mirar series?

Me gustan algunos clásicos de terror de los años 70, como El Exorcista. De los ochenta rescato el Slasher con los villanos icónicos como Freddy Krueguer y Jason. Actualmente me gustó The Witch, pero considero que existe un abuso de recursos y una repetición en el género: todo eso del falso documental que empezó hace veinte años con Blairwitch, la cámara en mano, ya están agotados; la primera Actividad Paranormal estuvo buena; la séptima ya es un robo.

De las series, vi Stranger Things y me gustó mucho. Es un revival bien hecho, pero me parece que me gustó por eso. Está demasiado dirigida a ser lo que es. No va a ser icónica como el caso de Game of Thrones que funciona a otro nivel porque tiene una novela muy bien armada detrás. En la televisión se escribe para que las cosas funcionen. Lost estaba escrita hasta la tercera temporada y como medía tan bien hubo que forzar la historia y quedó horrible.

¿Existe alguna clave para escribir bien?

La única posibilidad para escribir bien es leer mucho, muchísimo. Cuando empezás a escribir, hay cosas que delatan que leíste poco, como los lugares comunes. Ahora estoy leyendo una novela muy buena, de una escritora que tiene 26 años y en un momento escribe que un personaje se acomodaba “como agua a un recipiente”. Eso es un lugar común, que ya se escribió mil veces y aparte te saca de la ensoñación con la que venís leyendo. Un buen texto es como estar en un sueño. En periodismo pasa igual. Si empezás una nota explicando por qué a Del Potro le dicen “La Torre de Tandil” , vamos mal. Tal vez hagas una nota brillante si te corrés del lugar común, pero no empezaste bien. Otro ejemplo en literatura es un final de un cuento en que todo haya sido un sueño. La lectura te inmuniza de esas cosas y te da variantes sobre cómo contar algo que ya se contó mil veces.

Por otro lado creo que no hay que menospreciar ninguna lectura. Harry Potter les da a los jóvenes una capacidad de leer largo, algo que no pasaba en mucho tiempo en esa franja a la que está dirigida la novela. Además creo que es un gran libro, que está bien escrito, que sirve para entrenar el músculo de la lectura.

¿Tenés algún proceso de escritura?

Mi proceso varía de acuerdo a lo que estoy escribiendo: si es cuento, texto periodístico o novela. En el cuento al principio tengo una idea más o menos completa y nunca tardo más de dos o tres días en escribirlo. Siento que sino el texto se pone rancio. Después lo corrijo, pero no mucho. En el texto periodístico tengo la estructura. Cuando desgrabo, en mi cabeza voy pensando como ir colocando la información.También es un entrenamiento que te dan los años de profesión. La novela te da esos dos esquemas. Tanto la estructura como la idea. Es el género más complejo de todos porque tiene otros tiempos. Puedo tardar dos o tres años en hacer una novela y tengo menos control sobre los personajes; ellos van haciendo cosas que tienden a su propia verosimilitud. Es un proceso medio ciego.

¿Te gusta lo que escribís?

Por lo general estoy muy conforme con lo que escribo. Igualmente, con todo lo que escribís siempre tenés problemas. Nunca me parece la mejor versión de lo que podría hacer. Ahí volvemos al tema de la exposición. La verdadera exposición del escritor no tiene que ver con el público, sino con uno mismo, con su proyecto creativo. Que al otro le guste es bueno, pero no podés hacerlo para el otro, porque no podés complacer a toda la gente que te lee. Demasiado tenés con vos mismo.

La mañana desdibuja un halo de felicidad en los rayos de sol que invaden el aula. Mariana Enríquez se despide. Es casi mediodía y los aplausos cierran una charla que contagió ese realismo mágico que brilla en todos los buenos escritores.

@marianocervini