“Trato de pensar que es ficción porque es la única manera de sobrevivir con todo esto”

Por Macarena López | @macarenalpez12
Entre risas y anécdotas escalofriantes, Rodolfo Palacios, el autor de "El ángel negro" y guionista de la película El ángel, dirigida por Luis Ortega, mantuvo una charla íntima con los estudiantes de segundo año de Periodismo. Palacios admitió que entrevistar a asesinos le trajo ataques de pánico y desmayos. El protagonista habló también de su técnica a la hora de escribir y de sus futuros proyectos.


“Me interesa ese momento donde uno tiene que decidir si se hunde o se salva. Esa vida al límite que no tiene nada que ver con la mía”, piensa Rodolfo Palacios que dedicó los últimos diez años a contar historias de asesinos y robos.




Es que el autor de Sin armas ni rencores, El clan Puccio, Conchita y Adorables criaturas, tuvo una larga época de recorrer cárceles entrevistando a los personajes más oscuros de la historia Argentina. A un mes del estreno de la película basada en la historia de Robledo Puch, Palacios quiere despegarse de la carátula de “periodista de policiales”.


“Cuando entrevisté a Cuca, la torturadora, no tenía la mínima empatía, con Barreda tampoco. La verdad no tengo empatía con una mujer que torturaba embarazadas, me acuerdo que me desmayé después de entrevistarla”, asegura Palacios y agrega: “Con Puccio tampoco había empatía pero algo tenía que crear, una especie de clima, que confíe en mí, olvidarme que era Puccio. A veces te acerca más el rechazo que la empatía”, esbozó el guionista.


Además, admitió que de algunas historias llegó a hartarse: “A veces cansa, y por momentos pensaba ¿Qué hago acá? Pudiendo estar con mi hija, o leyendo un libro y estoy acá escuchando un tipo que ya no me interesa lo que me dice. Cuando pasa eso hay que darle un cierre y volar”.


Rodolfo Palacios confesó que le llevó un vino tinto a Barreda que se llama “Pecado”; que con el Gordo Valor fue a visitar a una bruja y que el protagonista le confesó que le gusta su libro sobre el robo al Banco Río por eso de "ser sano, fuerte y alegre”. Palacios aseguró que ese libro tiene una inyección anímica: “Es una historia luminosa más allá de ser un delito, termina bien, no hay muertos, no es una tragedia”.


Sostiene que es un sujeto caótico a la hora de escribir y que cuando no le sale una frase, además de enojarse con él mismo, sale a caminar o mira una película. Aseguró que, más allá del caos, trata de seguir siempre una estructura: “Es como un juego de cartas donde la potencia tiene que estar en todos lados, principio nudo y desenlace, pero el mejor puñetazo tiene que estar al principio”, explicó el periodista a los oyentes. Palacios aconsejó: “A veces uno se enamora de algo, pero después te das cuenta que a la historia no le aporta nada, que es anecdótico. El texto tiene que fluir, no tiene que ramificarse”.

El invitado reconoció que le gustaría escribir otro tipo de textos: “Hoy me interesa más escribir sobre historias que transcurren en la calle, en un bar. Como decía Henry Miller, todo lo que no pasa en la calle no es real. Me interesa esa cosa de calle salvaje, desde la tristeza, la angustia, hasta el amor”, concluyó.